Se nos está olvidando que no hay gloria sin esfuerzo. El entorno de incertidumbre y constantes cambios en que vivimos actualmente, nos llevan al reto de tomar decisiones constantemente, salvo que optemos por no tomar decisiones y nos veamos abocados a ir perdiendo el tren, e incluso perderlo definitivamente.
En esta visión, como en bastantes otras, tenemos a la sociedad norteamericana como ejemplo de asunción del destino propio, haya o no haya incertidumbre. El americano, no está pensando en que alguien le solucione su vida, sino que asume retos y avanza tomando decisiones, actitud que asegura un alto grado de éxito. Tomar decisiones lleva a la propuesta de acciones, decisión-acción o decisión-actitud son fundamentales para hacerse con recursos, con capacidad de abordar lo que va llegando, con una forma de enfocar las situaciones, etc, en el fondo es un recurso de la planificación.
En nuestra experiencia, son múltiples los casos que nos hemos encontrado, en que proyectos de I+D+i con un enfoque inicial determinado, llevan a abrir caminos no planteados inicialmente, pero aportando soluciones nuevas más importantes y relevantes que las inicialmente ideadas. Este tipo de escenarios son típicos en la I+D+i, generalmente siempre se aprende algo nuevo, siempre se termina sabiendo hacer algo que antes no se sabía cómo abordar o superar.
La esperanza de algunas pymes en que sea una gran empresa la que actúe de tractora, para facilitar su propia actividad innovadora, no parece funcionar en España. Son las propias pymes las que están realizando el mayor esfuerzo innovador. La innovación ya está identificada como una necesidad competitiva, no ya de liderazgo tecnológico, sino a nivel de competitividad, de pura supervivencia.
Si la innovación no se planifica, es tremendamente fácil que el esfuerzo de mejora se quede en quehaceres ineficientes que sólo consumen recursos sin aportar valor relevante. Hay diferentes formas y métodos para hacerse con una estrategia de innovación, también para tomar decisiones y acciones que lleven a innovar y mejorar, pero la cuestión clave es decidir. Ese posicionamiento inicial, que además de repetirnos mentalmente “tengo que cambiar”, “tengo que hacer las cosas de forma diferente”, “necesito que el personal colabore”, “¿en qué podría innovar?”, etc, puede llevar a realmente tomar decisiones y abordar actividades de innovación y mejora.
Como el entorno del cambio e innovación entran normalmente en el ámbito de la visión y enfoque de las personas, en el valor que generan y ofrecen las empresas, etc, en lo intangible, es más que interesante contar con recursos externos, consultores como nosotros. Hay empresas que terminan incluso perdiendo la oportunidad de aplicarse deducciones fiscales por I+D+i, por no abordar la innovación de forma planificada o estructurada, o bajo una serie de acciones determinadas a partir de decisiones en las que la dirección de la empresa es clave, y determina el nivel de éxito.
Más allá de la forma de financiar la innovación, y en su caso aplicarse deducciones fiscales por I+D+i, está el valor de mercado de esos intangibles, de esa innovación y de la capacidad de innovar, de esa imagen de empresa que influye y atrae a los mercados, de esa percepción que otras empresas e inversores se crean, y que en definitiva definen una parte muy importante de la valoración de una empresa sea cual sea su sector (gráfico de Brand Finance GIFT, octubre 2018), y más importante si cabe, de la visión de futuro sobre una empresa. En dicho gráfico, además de hacerse evidente dicho valor, es incluso más sorprendente la magnitud de esos activos no cuantificados, cuantificación que puede ser valorada como activo, o ser valorada por el mercado o a precio de mercado, pero que siempre requiere una cuantificación inicial, para lo cual, la documentación de actividades de I+D+i, como la que se realizamos para preparar las deducciones fiscales por I+D+i es un interesante enfoque para identificar y valorar las actividades de I+D+i.